El viñedo del valle del
Loira se sitúa en el N-O de Francia desde las costas atlánticas
hasta las puertas de Lyon. Estamos hablando de 65000 hectareas de
viña (casi como en La Rioja) dedicadas en su mitad al vino blanco
(ahí se incluye seco, sobre lías, semi-seco y licoroso). Una cuarta
parte de ese viñedo producirá tinto y en menor parte (pero no menos
importante) rosado y espumoso.
Climáticamente, si
hay que etiquetar esta zona usaríamos el adjetivo templado,
¿por qué? Porque el río Loira y sus afluentes propician un
micro-clima especial que llevó a instalarse allí primero a monjes,
después dinastías reales y finalmente a la burguesía. Naturalmente
cada sub-zona tiene su propio carácter, de más continental a más
oceánica a medida que nos acercamos al Atlántico.
En cuanto a variedades
vamos a encontrarnos una gran paleta que incluye cépages
autóctonos. En blanco uno de los reyes es el Chenin o Pineau
de la Loire, de grandísima versatilidad. En la zona más oceánica
tenemos el Melon de Bourgogne y la Folle Blanche. Más
conocidos son el Sauvignon y
el Chardonnay (allí llamado Auvernat). En menor
cantidad se trabaja el Romorantin (en Cour-Cheverny), el Tressalier
(en Saint-Pourçain), Chasselas, Sauvignon Gris, Malvoisie, Aligoté
o el Pinot Gris.
Con las variedades tintas
se elaboran rosados, vinos tintos jovenes, de cosechero y de guarda.
El Cabernet Franc está muy presente no sólo en el Loira sino
en todo el oeste francés y da toques de fruta roja, pimienta y piracinas al
vino. Con el Gamay y el
Grolleau se elaboran vinos jovenes tintos y rosados
ligeros. El Pinot d'Aunis (o Chenin Noir) se vé
en el curso central del Loira y es autóctono junto al Grolleau (o
Groslot). Presentes también variedades bordelesas como el Cabernet
Sauvignon o el Malbec (Côt) o garonesas como la Négrette.
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