La
degustación terminó, parecía ser que el vino elegido para la nueva
marca 'Aragus' iba a ser la referencia nº siete. Eran casi la una
y media de la madrugada y tanto Kike como el Eduardo estaban
sonrojados y sudorosos. Y las escupideras a rebosar. Ambos dos se
quedaron mirándose a los ojos fijamente unos instantes, con ojos
brillantes y de satisfacción por haber cumplido su misión, la de
haber conseguido un buen ensamblaje para otro
tinto anti-crisis más.
Una Garnacha - Syrah
que
tanto apreciaban en la capital los jubilados y los bares de chinos.
Nota de Cata: Capa
muy alta signo de una vendimia bien cocida por el sol borjano y por
una buena extraccion de antocianos en la cuva. El disco color fucsia
marca la lógica juventud. En nariz media intensidad que se concreta
en clave de frutos del bosque y yogur de arándanos. Entrada en boca
seca, desarrollo de
acidez controlada y notas de fruta de arbusto sobre un fondo
herbáceo.
Medio cuerpo en cuanto a estructura. Final cálido (13'5
% de volumen alcohólico), al mismo tiempo especiado, de corto
recorrido pero buen tanino gracias a la Shiraz. PVP recomendado de 3'20
euros.
Eduardo
se levantó de la silla incorporándose a duras penas y se acercó hacia
donde Kike estaba sentado mientras éste le miraba con estupefacción.
–
¿Qué ostias haces?–
preguntó.
–
Kike, te he preparado
un haikú
– dijo con una media-sonrisa.
–
¿Un qué? ¿Qué coño
es un jaicú? – respondió Enrique con una mueca de desencanto.
–
Pues un poema japonés
de 17 sílabas. Allá va: <<Manos
de dioses acarician la uva en la vendimia>>.
Podemos poner este
haikú en
la etiqueta del nuevo Aragus y así el hostelero chino puede elegir
nuestro vino para su bar.
–
Joder Eduardo, ¿
ahora los rumanos son dioses?
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