La
alta graduación alcohólica que pueden alcanzar la uvas tintas en el
sur de la Península Ibérica fuerzan a muchas bodegas a proponer
nuevas
propuestas.
Nos referimos a vinos muchas veces de un estilo ajeno a la tradición,
enfocados muchas veces a la clientela más desenfadada. Este es el
caso de Bodegas Romale, en la sub-zona Ribera-Baja
del Guadiana.
La garnacha, con 16 grados probables de alcohol se fermentan hasta
10'5
para dejar azúcares residuales...pero no todo es tan bonito como
parece, sigan leyendo y verán por qué.
Nota de Cata:
Color naranja de manual a causa de una oxidación muy seria y
prolongada. Podría tratarse de una añada 2010 a tenor de sus
tonalidades. En el detalle una burbuja fina que se acumula en la
superficie, y dada la falta de una mención aguja / frizzante es
indicio de una
re-fermentación.
En nariz una notas salinas muy positivas que después se encuentran
con las de melocotón rosa. En boca un ligero dulzor en la entrada,
desarrollo con aguja de la re-fermentación que eclipsa la acidez. Un
final cálido que ya es propio de la Garnacha
que, en este caso trae recuerdos de cítrico maduro y fruta blanca de
hueso extremeña.
Y
esto explica por qué hay tan pocos vinos semi-dulces producidos en
el tercio sur español. Su precio de 3'90
euros
no hace perdonar sus dos defectos: la sobre-oxidación (la foto muestra con fidelidad ese color naranja total)
y una re-fermentación a causa de los azúcares residuales +
temperatura de conservación inadecuada (no sé si responsabilidad del distribuidor o
de bodegas Romale). Tirón de orejas y ciber-”denuncia” para
distribuidor y bodega en todo caso. Que el consumidor no tenga que sufrir jamás la negligencia de nadie.
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