Tierra
de vinos es sin duda el ramillete de pueblos a caballo entre
Segovia y Valladolid con un terroir a base de cantos
rodados, con
una altitud
alrededor de 950 metros,
una
amplia oscilación térmica día/noche que dan un Tempranillo
único,
el cual generaciones y generaciones de familias han sabido trabajar y
que poco a poco saca pecho con viticultores apasionados y
prodigiosos. La referencia de hoy viene desde Bodegas Zarraguilla
(familia Martín de Andrés).
Nota de Cata: Mucho color y un menisco que
todavía conserva la viveza de la juventud, además, se perciben
densas lágrimas a causa del glicerol. Una nariz para la fruta golosa
tan característica de los grandes tintos castellanos (frambuesa,
cassis, mora...), para notas florales y en último lugar recuerdos al
roble americano donde ha permanecido 5 meses. Boca potente,
amplia, afrutada, con notas especiadas y un toque de sílex. Buena
acidez y un final ardiente de 14 grados de alcohol que va a
disimularse mejor con un buen cochinillo asado delante.
¿Qué quereis que os diga, majos? Si pasáis por
Sacramenia no dudéis en haceros con una botella de Zarraguilla Roble
después de probar las raciones de oreja que sirven en sus bares.
Después, a la hora de comer, haced despertar este Zarraguilla frente
a un cochinillo (pequeñito) asado como he dicho y servido en plato
de barro, o con un lechazo asado (cordero sin destetar) con patatas, sin olvidar
los productos de la matanza hecha en la Plaza Mayor de estos pueblos castellanos (ojo sensibles). ¡Que aproveeeeeche!
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