La añada 2021 fue, en Chile, de récord. ¿Por qué? Pues porque se alcanzaron los trece millones y medio de hectolitros, lo que supuso un máximo histórico. Ese mismo año, en el 21, se exportaron más de 350 millones de litros de vino ¡ una locura !¡casi el 70% de la producción! La revolución vitícola del momento está en el país andino, que juega con las mejores variedades francesas y tres situaciones geográficas distintas: costa, piemonte y Andes. La denominación Aconcagua (Cordillera Principal) es el ejemplo de la adaptación tan positiva que el Pinot Noir está teniendo en una de las zonas más frías de Chile.
Nota de Cata: Visualmente encontramos la discreta opacidad del Pinot Noir, un poco más profundo en este caso comparado con un Bourgogne genérico. En nariz notas de fruta en su punto de madurez junto a otras terrosas e incluso algunas más originales como recuerdos a tomate asado (que hicieron recordar a un Montepulciano). Entrada en boca con el sello divertido y afrutado del Pinot Noir. Una fruta jugosa bien realzada por un frescor muy bienvenido. Desarrollo con un carácter que va de menos a más. La ligereza varietal (12'5% vol.) evoluciona en un sólo trago en un volumen suave y muy agradable. Final sedoso y cálido
Para brindar por esta revolución nada mejor que un buen tinto de Aconcagua servido a 13º C. La flor del volcán siempre seductora en el paladar y en el bolsillo: 4'50 euros / 4326 pesos chilenos. Desde este blog todos los redactores van a estar bien atentos a lo que pasa en las denominaciones de origen chilenas y muy abiertos a adquirir botellas que acaben explicadas. Como maridaje a esta sorpresa llamada Infiernillo hay que mirar la riqueza de la gastronomía de Chile, sobre todo su empanada de pino, que mezcla cebolla, carne picada, olivas negras, pasas y huevos duros. Pura vida.
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