El grupo empresarial Padrorey no sólo se dedica a la
explotación agropecuaria sino también a la fabricación de vinos.
Su bodega enclavada junto al Real Sitio de la Ventosilla (Gumiel
de Mercado, Burgos) se construyó en 1996 y se reformó en 2006.
Un proyecto a gran escala con una producción anual a la altura. Tras
5 años de su salida al mercado me dispongo a catar su roble
Tempranillo (95%) - Cabernet – Merlot.
Nota de Cata: En vista muy cubierto, con disco
ladrilláceo que evidencia una evolución del vino. Lágrimas
numerosas y rápidas. Una primera nariz sulfurosa y con ecos
compotados. Tras oxigenar no desaparecen los olores azufrados aunque
sí que se suman recuerdos de fruta negra o flor azul. Entrada en
boca sedosa y afrutada, desarrollo envolvente, de buen equilibrio y de barrica muy sutil. Final de larga persistencia con un tanino
ya domado pero que deja al final de la lengua el sello todavía del
SO2.
Recordamos que el Consejo Regulador de la Denominación
de Origen Protegida Ribera del Duero permite hasta 150 mg de
Anhídrido Sulfuroso por litro, o lo que es lo mismo hasta 112'5
mg de SO2 por botella en el caso de tintos. No
es ningun reproche a mis amigos Paco Martín y Ángel Margüello,
pero el consumidor entrenado lo nota y se acuerda entonces de otras
opciones como los vinos naturales o los vinos ecológicos. Luces y
sombras para este tinto roble que se mueve en torno a los 7 euros
de precio.
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