Este
vino es la referencia de batalla de bodegas Gañeta, en Getaria. Se
trata de un proyecto familiar de 10 hectareas actualmente consagradas
al Hondarrabi Zuri y al Hondarrabi Beltza (en menor
proporción). Pues bien, su txakolí es el que se ve en ciertas
tabernas de Donosti. En el barrio de Egia me lo sirvieron
'rompiendo' copa, lo cual es tradición por esos lares. En sumillería
esa práctica es una sandez porque no influye en el sabor ni en las
cualidades organolépticas del producto.
Nota de Cata: Color a medio camino entre dorado y plateado anunciando
un perfil de juventud y descaro. En nariz a priori se aprecia la
fruta blanca de pepita en intensidad media / media-baja. Se concretan después la pera y la manzana por ese orden. En boca entrada
seca. Desarrollo de acidez controlada, ecos de pradera guipuzcoana
donde crecen manzanos y perales. Muy sutil redondez evidenciando una
vendimia en su momento óptimo. Final corto, que se va de
sulfuroso desgraciadamente y no persiste. Ecos de manzana acida
diciendo agur.
Una
relación calidad precio de casi 6 euros con las que el
hostelero vasco cuadra de sobras cada copa que sirve. No es un
chacolí que deje huella ni mucho menos, es más, yo me iría sin
dejar esta D.O. hacia referencias de mayor calidad (lo cual es fácil)
como Hiruzta, G1200 o K5 Arguiñano (ojito al corcho de este
último...). Pues eso queridos/as lectores/as, un blanco para olvidar
y para entender por qué el verdadero vino blanco que gusta en el
País Vasco se llama Verdejo de Rueda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario