Cataluña es una terra cálida debido a una combinación de factores meteorológicos: el efecto moderador del mar Mediterráneo, la influencia de las corrientes marítimas cálidas, la protección de los Pirineos y la influencia de masas de aire cálido del norte de África. Todos estos factores contribuyen a que la región tenga inviernos suaves, veranos cálidos y un clima muy óptimo para la viticultura de variedades blancas, como el Macabeo.
Nota de Cata: Un color amarillo pálido bien filtrado y estabilizado. Al principio una nariz tímida, que con la oxigenación se beneficiará de ecos de manzana, pera, fruta cítrica y mentolados. Una entrada seca, que se desarrolla en clave de amargoso, con un frescor propio de añada reciente. Los aromas de boca recurren de nuevo a la fruta blanca de pepita, en menos medida la de hueso, sobre un fondo de cítricos recién cortados. Más allá de esto estamos ante un blanco de altos rendimientos (que no alta calidad) y una personalidad que se mueve entre cierta densidad y una sobredosis de sulfuroso para llegar a los mercados europeos.
La familia Roqueta, una de las más influyentes de la zona Pla de Bagès concede un PVP de 3'19 euros ideal para distribuirlos a través de los supermercados Bonáera. Seamos sinceros: no les recomiendo este blanco. Aún así, puede maridar con los platos de la gastronomía catalana: Escalivada (es el homenaje a las verduras mediterránesas), canelones napados con una bechamel gorda, los tradicionales calçots y, sobre todo, un plato sin origen claro: la pantumaca (simplemente una rebanada de pan frotada con medio tomate, rociada con aceite de oliva del Delta y una pizca de sal marina.
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