El
Albariño necesita oler el aire del mar, esto bien lo saben en los
valles de Salnés
y O
Rosal,
donde sus monovarietales gozan de calidad indudable. Más factores claves
aparte de la cercanía al Atlántico es el
gusto por los suelos que drenen bien, aun mejor si son arenosos, con
bajo pH y pobres.
Climáticamente, el Albariño gusta de lugares frescos, suaves (entre
12º y 15º C), húmedos con lluvias bien repartidas en el año y una
breve oscilación térmicas noche/día (que va remitiendo a medida
que nos adentramos al interior).
Nota de Cata: Color amarillo pajizo de manual, reflejo en juventud y
lágrima rápida. En nariz notas sutilmente varietales que se
confirman a copa movida y añade ecos de salitre marino de la ría de
Pontevedra. Fondo de lima recién cortada y prado de Samieira tras la
lluvia. Entrada seca, desarrollo tenso de muy buen frescor. Cierta
salinidad que ayuda a alargar el desarrollo. Paso en boca ligero,
femenino y fácil de beber. Registro frutal para la fruta blanca
de hueso en su punto de madurez y cítricos rabiosos. Final que trae
un agradable amargoso con ecos de heno verde.
Bodega del
grupo empresarial Freixenet S.A. que valora este monovarietal
en 9'95 euros. El servicio recomendado en cuanto a temperatura
es de 11'3º C sin necesidad de pasar a decantador. A degustar
durante el año, como máximo hasta el 2019 y ver cómo
evolucionan esas notas varietales, esos toques minerales, esos
recuerdos marineros...Como maridaje, gastronomía del Penedès como
sería la paella 'parellada', sino, como match tradicional la
gastronomía gallega, pulpo a feira y marisco de la ría
pontevedresa limpio.
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