Una nebla es un término referido a pequeñas gotas de agua en suspensión formando gas. Este fenómeno meteorológico da la sensación de nubes bajas que reducen la visibilidad. En términos vitícolas, la nebla consigue que llegue menos luz al fruto haciendo que este madure más lentamente y fijando los polifenoles a su ritmo. Y una vez vinificado, eso va a suponer un mejor equilibrio entre frescor y redondez. Luego, sólo 3 meses de barrica que respetan el fruto. Éste es el secreto del amigo Vicente, y sino demiéntemelo.
Nota de Cata: Capa media alta gracias a una buena extracción en la cuva. Lagrima numerosa. En nariz encontramos una predominancia de fruta negra de baya testigo de una vendimia muy madura. Encontramos en segundo plano recuerdos florales, terrosos, especiados y minerales que ponen complejidad. En boca una entrada redonda y golosa. Desarrollo cálido (13% vol.), con una fruta concentrada y fiel. Boca carnosa y densa muy representativa de la Garnacha aragonesa. Frescor de la añada. Aromas de boca en torno a la zarzamora jugosa junto a otras frutas de baya. Final cálido pero con tanino pulido.
Una Garnacha de altitud según la etiqueta, que incurre en un precio de 3'50 euros que vamos a ver incluso con nebla. Una Garnacha, en definitiva, embajadora de los tintos de la Comunidad Valenciana interior, la que pertenecía a Cuenca a mediados del siglo XIX. Es por ello que hay que buscar maridajes regionales a la altura para gozar con este producto: pruebelo con las manitas de cerdo del restaurante Garzaran (Utiel), y, como segunda opción, un potaje de garbanzos y espinacas como sólo el mesón Fortaleza (en Requena) es capaz de ofrecer. A taula, nano !
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